Hace años, un montón, mi única preocupación era encontrar a alguien que me abriera la puerta cuando ésta se cerraba por que yo me quedaba como hipnotizada mirando los pececitos de colores en su pecera, y mi papá seguía por el pasillo al otro lado de la puerta. En ese entonces todos sabían quién era esa cabrita chica, de como 2 ó 3 años, que se ponía a mirar los animales que había por ahí. Esos fueron mis primeros acercamientos a lo que hoy me tiene absorta casi de lleno (cosa que, pr cierto, me encanta).
Un poco después, unos 3 ó 4 años después, mis preocupaciones ya eran un poco más complejas. Guardaba los papeles y envoltorios en mis bolsillos; aprendía qué significaba eso de las lombrices y el compostaje; sabía (con la vaga exactitud de los 5 ó 6 años) qué era un vertederoo y cómo funcionaba, aprendía cómo hacer un almácigo y cuándo plantarlo en la tierra, aprendía lo que significaba el reciclaje y su importancia para la sociedad y el planeta en general.
En mi vida siempre ha habido dos cosas muy claras, muy presentes y muy importantes: mi papá y mi mamá. Si, puede sonar todo lo mamón que quieras ... y qué? Estoy infinitamente orgullosa de ellos, y creo que soy la hija más afortunada que hay por tener los padres que tengo.
Mi mamá siempre ha aportado esa cosa de la sensibilidad, la emocionalidad. Mi papá siempre fue el más racional de la familia (como buen ingeniero que es, desde lo profundo de su ser, aunque no de título profesional). Pero hay algo que va más allá de eso, y que lo han entregado ambos desde que tengo noción de la vida y todo lo que ella significa. Es difícil explicarlo. Es la mezcla del amor, la responsabilidad, el respeto, el valor, la capacidad para apreciar hasta lo más pequeño y simple. Amor a la vida, a las personas que te rodean, a la naturaleza con la que convives, a la historia, a la literatura, al legado familiar (en un sentido totalmente antimaterialista, por supuesto). Responsabilidad por hacer las cosas bien, por hacerlas cuando se debe, por cuidar y responsabilizarte por quienes amas y te aman y (de nuevo, obvio) por la naturaleza que te rodea. Respeto, a todo ... no hay otra forma de decirlo (Nótese, respeto a quien se lo merece y se lo ha ganado). Capacidad para apreciar aquellas cosas que marcan la diferencia, aquellos mínimos gesto o detalles que hacen de la vida algo más entretenido, interesante, apasionante.
Creo que poco a poco, muy poco a poco, me he dado cuenta de todas estas cosas. Por que son cosas que ya son inherentes a lo que soy. Ser Javi implica ser ciertas cosas, e implica tener ciertos valores, ciertas locuras, ciertas obsesiones, ciertas caracerísticas que son y conforman mi escencia. Después de muchos análisis introspectivos (muchos de los cuales llegaron a dar miedo xD) he podido hacerme una idea, vaga, difusa, de lo que es mi escencia. Y eso me ha ayudado muchísimo.
Durante los varios años de mi existencia, he aprendido un montón de cosas, todas ellas influenciadas, en un 99% por mis padres. A veces miro a los niños y "lolos" de hoy en día, y siento que un abismo separa a lo que ellos son y lo que yo fuí a esa misma edad.
Recuerdo muy claramente un día que, ayudándole a mi mamá a limpiar la casa, me volví loquita con el spray limpia-vidrios y empapé la pantalla del televisor para limpiarlo; por supuesto el televisor no volvió a encender, y ahí se quedó, como un año y medio, olvidado en un rincón. Aquellos meses fué cuando más libros he leído en mi vida; lamentablemente nunca pude superar mi record. Tenía unos 9 o 10 años, y leía cosas como "El Alquimista" de P. Cohelo, o "El Hobbit" de JRR Tolkien; mientras que otros niños de 9 ó 10 años con cuea leen "El oso que no lo era" o cosas por el estilo.
Y por aquella misma época recuérdo muy bien el lombricero en el rincón más alejado del enorme patio de mi casa, y el miedo que me daba cada vez que me mandaban a vaciar el balde en la noche. Pero de día ahí andaba yo, con la horqueta, dando vueltas las cascaras y hojas y ramas y cuezcos y corontas, buscando lombrices y partiéndolas en dos o cosas por el estilo.
Recuerdo los veranos acampando en playas inhóspitas en los lagos del sur de mi Chile lindo, aprendiendo a cocinar en una forgata, a armar y desarmar campamento en tiempo récord, saliendo al bosque a recoger leña para el fuego, tirando los anzuelos al agua y enrollar el hilo en un tarrito de leche condensada, o simplemente recostada en una roca de la orilla, escuchando los grillos y las olitas del agua y mirando la inmensidad de un cielo tan cuajado de estrellas que casi parecía blanco en vez de azul-negro.
Y todo esto, y tantas cosas más que quizá nunca terminaría de escribir, me han llevado por diferentes caminos, muchos de ellos callejones sin salidas o vueltas en "U", pero lo importante es que son esas cosas, esos recuerdos, esos valores, esos aprendizajes, esas experiencias, esas pasiones y esas obsesiones, las que me han traído hoy hasta aquí.
Y ¿qué/dónde es aquí? se preguntará usted.
Aquí es una ciudad totalmente diferente a la ciudad donde viví casi toda mi vida. Aquí es un cielo no tan nítido y de un color no tan intenso como aquel que estoy acostumbrada a ver. Aquí es un aire contaminado y espeso. Aquí es un lugar que nunca antes había pensado estar, hasta hace un par de años (o un poco más de tres, en verdad). Aqui es el lugar donde comenzó todo, podría decirse. Aquí es donde la Javi, pequeñita Javi, corría por los pasillos detrás de papá, quedándose pegada mirando peces, patos, gansos y ranas, mirando sin entender los tubos y maquinas y frascos y botellas con cosas y colores extraños. Aquí comenzó todo, y aquí, después de como 18 años, todo vuelve a comenzar.
Los espacios no son los mismos, a penas queda un poco de lo que fué .. pero sí, no es imposible imaginar ese pabellón con laboratorios unido al otro con una pasarela de cemento, con corrales de patos y gansos a cada lado; o el estanque de las ranas ... no, el estanque de las ranas no me acuerdo donde estaba. Pero eso no importa.
Lo que importa es que por fin, después de dos años mas un año, me hallé. Encontré lo que mi escencia, mi yo, me reclamaba y me pedía y me exigía. Y da lo mismo que hayan pasado esos dos años más un año. Da lo mismo que casi perdiera la cabeza en esos dos años. Da lo mismo que haya estado como flotando en el vacío en ese un año. Nada importa, por que me hallé, y eso supera cualquier otra cosa.
Me hallé, y eso supera los micreros mala onda, supera los $820 diarios en micro, supera las 11 horas de clases al día, supera el cansancio, supera los profes fomes, supera las toneladas de información que tiene que entrar a presión en mi cabeza ... Lo supera todo, por que el haberme hallado, es lo mejor que podría haberme sucedido, desde que me acuerdo. Es una sensación que no puedo explicar.
Me hallé. Lo demás, se puede ir a un hoyo negro, bien poco me importa.
Soy feliz, completa, hallada. Soy impermeable.
JaviMalebrán
Primero: estoy completamente de acuerdo a que te ganaste el kino con tu viejos...son los mejores abuelos que tengo, sobretodo la Ale que me ayudo a encausarme en este stress apocalíptico que amo.
ResponderEliminarSegundo: tus obseciones son seguideras...me vuelto adicta a leer tus cosas.
Tercero : se acerca tu cumple!!!